jueves, 16 de septiembre de 2010

los 350 de san vicente y santa luisa


Vicente de Paúl y Luisa de Marillac


Las instituciones que nacen o tienen como modelo a San Vicente de Paúl forman la "Familia Vicenciana" y celebran, durante este año, el 350 aniversario (1660-2010) de la muerte de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac (cofundadora de las Hijas de la Caridad). Ellos dejaron huella en la historia. Fueron dos grandes profetas de la Caridad.

San Vicente de Paúl, en su tiempo, fue un renovador en la Iglesia y de la propia Iglesia. La sociedad de su tiempo estaba dividida, con una nobleza y hombres de negocios que vivían con toda clase de lujos, y la mayoría de la gente que no disfrutaba de las condiciones mínimas para vivir. La Iglesia estaba mayoritariamente con los poderosos. Los niños abandonados, la pobreza de la gente, el sufrimiento de los sometidos, el dolor de los enfermos abandonados, los niños de la calle... todo esto tiene eco en la mente de Vicente de Paúl y lo considera una llamada de Dios para dejar su anterior estilo de vida, con sus ambiciones y volcarse en la caridad, al servicio de los más abandonados para ser el amor de Dios para esta gente.

Los miembros de la jerarquía de la Iglesia, constituidos en una parte de esa clase social privilegiada, sienten cuál es la verdadera vocación de la Iglesia. Igual que antes lo fuera Francisco de Asís, Vicente es un profeta que centra la misión de la Iglesia en el evangelio de Jesús, que ha venido a anunciar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos. Lucas 4,18. Su empeño en formar a los sacerdotes pone de relieve este impulso renovador que siente necesita la Iglesia. Además, cuenta con los laicos para compartir esa misión pues son imprescindibles en la vida de la Iglesia. Para nada recela de las mujeres, como era común en su tiempo, sino que son sus principales colaboradoras.

Vicente de Paúl y Luisa de Marillac, preconizan un cambio social, en el que el estado colabore en los servicios sociales básicos y se implante un sistema básico de justicia, solidaridad y paz. Por eso, su voz y su ejemplo llega a los poderosos para remediar la situación lamentable en que viven sus subordinados y la mayoría de la gente. Por eso se enfrenta a algunas autoridades, cuyas decisiones traen la guerra y la miseria.

En este afán Luisa de Marillac es su principal colaboradora, fundando conjuntamente las Hijas de la Caridad, un camino radicalmente nuevo de vivir la vida consagrada femenina en su tiempo. Ella es una mujer de carácter sencillo, sensible y profundamente cristiana. A través de Vicente siente que el sentido de su vida es entregarla por los más necesitados y por sus hermanas. Así vivirá su vocación y su entrega a Dios. Juntos y unidos a un sinfín de personas, serán como un río que lleva el agua del amor e inundará gran parte de la sociedad de su tiempo y llegará hasta nosotros.


Hoy la Familia Vicenciana está presente en más de 140 países y ayuda de forma directa a más de 50 millones de personas de todo el mundo: personas sin hogar, en paro, enfermos, presos, mayores, niños, inmigrantes y familias desestructuradas. Busca la dignidad y la justicia social a través de sus Albergues, Comedores, Centros de Reparto de Ropa y Alimentos, Residencias, Hogares, Centros Educativos, Centros de Formación y de Atención Social… y de sus visitas a domicilios, Cárceles y Hospitales.

El fuego de su caridad todavía arde y enciende a otros muchos. La celebración del aniversario de su muerte reaviva este fuego en nosotros. Cambia el pasado en un presente vivo que transforma. Somos herederos de un gran legado… hijos e hijas de dos grandes profetas de la caridad. Esta celebración es un tiempo de gracias para profundizar en las raíces y extender las ramas en la misión.

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